La Cadena de Producción

Todo empezó con una flor, un hombre y su ingenio.

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La historia de amor entre Bonomelli y la naturaleza empezó hace ya más de 100 años. Desde el momento en que Luigi Amedeo Bonomelli encontró una preciada flor de manzanilla en el Tavoliere delle Puglie.

Desde entonces, Bonomelli cultiva, bajo el mismo sol de Apulia, una flor rica en aceites esenciales y aromas, siguiendo cada paso de la cadena de producción, del campo a la taza.

Hablamos de la manzanilla variedad tetraploide, que cuenta con características organolépticas únicas.

Este tipo de manzanilla se distingue de las demás variedades por las siguientes características:

– capítulos florales más grandes

– mayor contenido en aceites esenciales

– un bouquet aromático más intenso

Estas particularidades, junto con las características únicas del terreno y del clima del Tavoliere delle Puglie, nos permiten obtener una infusión de aroma y sabor intensos e inconfundibles.

El proceso de producción empieza cuando, año tras año, los agrónomos de Bonomelli se ponen a la búsqueda de los mejores campos llevando a cabo una serie de análisis y controles para medir parámetros tan importantes como la salinidad, la acidez, la permeabilidad al agua y la presencia de los nutrientes adecuados.

Pero, para obtener una buena manzanilla, también es fundamental preparar el suelo mediante el desfonde, el fresado y la compactación, para que pueda acoger la semilla de manzanilla y hacer crecer una planta vigorosa.

En el punto más alto de la floración, la manzanilla se cosecha delicadamente con máquinas patentadas y protegidas por el secreto industrial (las «peinadoras»), que recogen la flor entera sin dañar la planta.

El secreto para mantener intactas las propiedades organolépticas de la flor es secarla suavemente en cuanto se recoge. Por ello, la planta de secado está justo al lado de los campos, y todos los terrenos cultivados deben estar en un radio de 20/25 km de la planta de Foggia, para que la materia prima se pueda procesar en un máximo de 2 horas después de la cosecha. Este requisito es fundamental para mantener intactas todas las propiedades de la flor.

Una vez recogidas las flores frescas, empieza el lento y delicado proceso de elaboración. El primer paso es el secado «suave» de la manzanilla, fase en la que se seleccionan las flores intactas y se eliminan las partes verdes indeseadas, como los tallos y las hojas.

Las flores se secan mediante un flujo de aire continuo y delicado que acaricia los pétalos, los capítulos florales y la corola, y permite que todas las propiedades organolépticas y beneficiosas de la flor permanezcan en su interior.

Desde el Tavoliere delle Puglie, las flores secas llegan a Lombardía, donde el equipo de expertos de Bonomelli las analiza, selecciona y mezcla con manzanilla de otras procedencias para garantizar siempre un sabor equilibrado e inconfundible.


Así es como Bonomelli crea sus recetas especiales que combinan naturalidad, funcionalidad y sabor.